La mosca en el avión
Ayer en una farmacia entró un alemán que pidió repelente. Ninguno de los que estábamos ahí pedimos repelente. No podemos creer que un mosquito que vive en el Chaco llegue a Buenos Aires.Este artículo fue publicado en el diario Crítica de la Argentina el día 2009-04-11 03:00:00 +0000
Eran las cuatro de la mañana aproximadamente, la hora en la cual el avión está en la nada, sobrevuela la nada, se dirige a la nada y si te despertás no sabés a dónde vas ni por qué vas. Cuatro de la mañana en un avión rumbo a Miami, se esfumó la euforia, ya estás harto y angustiado porque la ilusión de tomar un avión ya pasó. Estás en el avión. La alegría previa del viaje ya no te sostiene, ahora se empieza a instalar la angustia de saber que mañana, que es hoy, no vas a dormir en tu cama… y no hay estrellas de hoteles que reemplacen la calma de dormir en tu cama.
Era el jefe de cabina del vuelo 900 de American Airlines a Miami, estaba desvelado, sentado en mi asientito indigno que ocupa el tripulante que trabaja en primera clase, ese asiento angosto, incómodo, duro. Estaba aburrido, aburridísimo, muy, muy, muy aburrido, ese aburrimiento que provoca el desvelo y viceversa, el estar alerta al pedo. De pronto una mosca. Una mosca que se posaba en el carrito de comidas de primera clase. La empecé a seguir. Siempre me dieron asco las moscas pero el aburrimiento puede con todo, es como la calentura, todo lo que te molesta de repente se reinventa y sirve. La mosca caminaba verticalmente como Batman por la puerta del carrito, y yo la observaba… la miraba… la estudiaba… “¡Qué loco!”, pensé, “pensar que esta mosca subió en Buenos Aires…” “…pensar que ahora baja en Miami y no sabe inglés…”, “¿cómo hablará con las otras moscas?… Pelotudeces que uno piensa… Es la meditación que al final más enseña. Terminado el episodio de la mosca.
Dejé de volar y empecé a trabajar de actor, mi vocación. Tengo un personaje, o criatura como me gusta llamarlos, que se llama Mario Modesto Sabino. Sabino es un tano conservador. En uno de sus monólogos habla de cuando nos llegue la muerte, no de la muerte en sí, sino de la llegada de la muerte, de cuándo nos tocará, a qué hora, que es mucho más claustrofóbico que la muerte en sí. No molesta tanto la muerte, lo que molesta es la fecha, no es el dejar de existir lo que angustia, sino cuándo se dejará de existir. No saber cuándo es lo que nos llena de ansiedad y lo que nos vuelve locos:
“¿Hago esto ahora o no?”, “el año que viene me separo”, y un montón de resoluciones ficticias que sabemos están fuera de nuestro control pero curiosamente estamos convencidos, aun sabiendo que no, que tenemos el control total. Retomo. Sabino decía en su monólogo: “Le llevaba 14 años a mi esposa, yo me moriría primero lógicamente, preparé todo para mi muerte, tenía todo listo, quería dejarle todo preparado, arreglado, todo prolijo… para que no tuviera problemas, ¿me entendés?… y se murió ayer… ella… ella… (llora a moco tendido) ¿Cómo puede ser?… Si era más joven que yo… Es que la muerte, y no le digas la parca porque se ofende, está más cerca de lo que vos pensás… todos ustedes piensan que ahora cuando termine la función se van a ir a comer una pizza a Los Inmortales… (el público se reía)… andá a saber… capaz que no llegan… a lo peor se muere uno ahora de un ataque al corazón… (el público se reía)… ¿de qué te reís?… aaahhh, es que nadie piensa que se puede morir ahora… siempre se muere el otro y el ataque al corazón siempre le agarra al de al lado… y te hago una pregunta, ¿y si un día el de al lado sos vos?… apaa… ¿Mirá si un día la noticia sos vos?… (el público se reía menos)… ojo… no digas que porque no, porque a mí nooo… más vale preguntate, ¿por qué no?… Los doscientos tipos que murieron en el boliche éste que no recuerdo el nombre tampoco pensaron que se iban a morir esa noche… guarda eh… ojito con el momento de la muerte”.
Noto que lo mismo está pasando con el dengue, es al otro, le va a picar al otro, a mí no ni en pedo… Esa cosa argentina que tenemos… “¡Dejate de joder, este mosquito de morondanga!”, me dijo un tachero ayer. “Esto lo inventaron los que hacen los esprais para echarse lo inventaron…”, me quiso avivar un mozo. “Todo esto es culpa de Donald… chengue chequen dengue chequen dengue siempre fuimos compañeros…”, me dijo un oyente al aire. Cuando el humor porteño en vez de actuar como herramienta de salvación actúa como negación y tiene el poder de matarnos no sirve más. Justamente porque nos puede matar.
¿Cuándo nos vamos a tomar algo en serio? ¿Cuándo dejará de ser solamente un tema que explota maravillosamente bien Barcelona pero que además nos ocupe y nos incluya a todos. Hasta ahora nadie piensa que va a ser picado… ¡Una locura!, ¿por qué no? Y ése es nuestro eterno problema, nos sobran razones para contestar al porque sí, pero no nos animamos ni siquiera considerar el porque no. Vamos a ganar en La Paz porque sí, porque somos argentinos y ellos son bolitas… “¿Pero y la altura no puede afectarlos?”, pregunté a amigos que saben de fútbol. “¡Noooo!”, me contestaron con extrema convicción. ¿Por qué no?, me pregunto… ¿por qué no? ¿Por qué a los argentinos no? Nunca. Siempre no, siempre es no, “¿a nosotroooos?… ¡papaaaá!”. Sería terrible y hasta gracioso que no hayan podido con nosotros la sarta de soretes que nos gobiernan y nos han gobernado y nos mate un mosquito… Y nos va a matar:
“Giles vieron, boluuudos, los cagué, no los cagó ni Menem así, infelices… así que pensaban que podían con todo… jajaja… Llegué yo el mosquito de mierda, el que pensaban que estaba en otro país… en el país del Chaco… Y además no soy torpe como Scioli que da manotazos de ahogado a diestra y siniestra, no yo vengo silbando bajo… y sin avisar, no como De Narváez que avisa alevosamente cosas que de pronto le salieron del alma, te pico y te mato… te jodí… aaahhh… Ahora vamos a ver… fumigá la Quinta de Olivos… jajaja… dale con el muro Posse… Yo puedo con todo… nadie pudo lo que yo voy a lograr… nadie… ningún político… ningún sida… nada… no me ven… no me creen… y los voy a picar… les voy a tirar el turismo a la concha de la lora… jajaja… Capitanich… no hay sobada de culo a los Kirchner que te salve… y la loca de tu mujer… esa que atropelló a lo loca… jaja… ¿y ahora?… ¿y ahora?… ¿qué hacemos?… ¿Pedirá Susana la pena de muerte para mí?… uuuuyyyy… Ni Macri, ni Solá, ni la Carrió, ni Alfonsín podrán conmigo … soy el grano en el culo de todos, destapé un quilombo… ¡Ocaña!… ¿Cómo andamio?… jajaja… Qué joda… Quién iba a pensar que un mosquito les iba a patear el tablerooo… ¿Pero saben qué?… les voy a hacer un favor, voy a unir el país, los de capital ya se sienten provincianos… negritos… les voy a enseñar que el dinero todo no lo puede… Voy a convertir a Buenos Aires en el interior… es inminente… ya casi está… jajaja… ja…ja…ja… les cuento un secreto, la única solución para matarme es que tomen conciencia y que trabajen todos y cada uno de ustedes desde sus casas, cosa que nunca podrán lograr… jaja… un mosquito… yo… los cagué… jiji…”.
Ayer entré en una farmacia, San Martín y Paraguay, entró un alemán y lo primero que pidió fue repelente para mosquitos. Ninguno de los que estábamos ahí pedimos repelente, yo compré carilinas y Geniol. Salí. Caminé y pensé. No la queremos entender. No podemos creer que un mosquito que vive en el Chaco llegue a Buenos Aires… no tomamos conciencia… y a veces tomar conciencia no es que te den un panfleto pedorro o mirar el noticiero, a veces tomar conciencia es mirar aburrido y pasmado a una mosca a las cuatro de la mañana en un avión. Tan simple como eso.